domingo, 8 de agosto de 2010

Ella


Ella es "la legal".
Pienso cuánto me odiaría si se enterara que así la defino.

Quien me viene tolerando hace seis años, con una convivencia en los inicios que terminó con mi bolso en la puerta, cuatro vacaciones juntos (una de ellas casi sin hablarnos), once pedidos de "tiempo fuera" y una incontable cantidad de infidelidades. Por mi parte, claro.

Ella es un imán. Ejerce un poder sobre mí que nadie tiene, aunque convengamos que tampoco es el suficiente como para que yo deje de lado mis debilidades.
Mis debilidades son las otras mujeres. Ellas. Las que están ahí, disponibles. Vienen sin que las busque, y quieren quedarse aunque ya no las necesite.
Ellas no saben que no pueden competir con Ella, pero sin embargo lo intentan.
Ella no me cree cuando le digo que es la única. Porque en el fondo, aunque le esté diciendo la verdad, sabe que puedo mentirle.

Ella es rubia. De esas rubias que te hacen perder el conocimiento, preguntándote cómo era que te llamabas y adónde estabas yendo cuando la cruzaste.
Tiene un par de ojos que chispean y un andar así de liviano. Es maleable (adoro a las mujeres maleables) y proporcionada. No le sobra, pero tampoco le falta.
Y cuando se ríe...uf, cuando se ríe es como una coreografía. Todo su cuerpo acompaña la risa y yo me dedico a contemplarla.

Ahora estamos en un impass. Como ya estoy acostumbrado a sus pausas en la relación y a la lista de insultos merecidos que me dice en la despedida, no me hago mala sangre. Al contrario, aprovecho el tiempo con la distancia como justificativo de mis hechos.

Tal vez hoy mismo, a la tardecita, cuando esté volviendo de la casa de su hermana, me mande un mensaje diciendo que no sabe bien qué quiere decirme. Pero entonces ya habrá bajado la guardia y yo tendré mis argumentos de siempre para reconquistarla. Y acá no habrá pasado nada.

Aunque en realidad sí pase, y pase demasiado.









En las fotos: Ella y yo

6 comentarios:

Dorlisa dijo...

Es muy interesante ver el otro lado, como mujeres siempre tenemos nuestra version o la de las amigas, nunca la masculina.

Sin Amor dijo...

Que interesante!.
En pareja con un mitómano, este blog va a estar muy bueno para mi.

Ela dijo...

quiero saber como se hace para mantener una mentira, para que no se inmute un solo musculo al decirla. esa es mi curiosidad, y a partir de ahora, esta personita para la cual es imposible decir si quiera una mentirita piadosa, te sigue...

Media Veronica dijo...

Se me viene a la mente un... de sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daria por ti la vida entera, por ti la vida entera ♪

(Y sin embargo un rato cada dia te engañaria con cualquiera, te cambiaria por cualquiera...)

Laura B. dijo...

Esto no deja de ser raro. "Seguirte" implicaría meterse en una mentira adrede, y creersela en alguna medida. Pero allá vamos.
Saludos!

Luc dijo...

Lo mejor que puede pasar con este blog es que sea producto de un personaje (al estilo Carolina Aguirre y su Ciega a Citas).

Lo peor, es que sigas regocijándote con la avidez de tus mentiras y no veas que la energía que invertís en mentir la podrías volcar en traer un mango más a fin de mes y así darle las herramientas universitarias a tus hijos (los haya o los venideros) para que enfrenten el futuro.

Y mucho mejor que lo antes mencionado, es que durante este proceso de realización que es crearte un blogcito catártico, te releas y TE DES CUENTA el camino que marcás con cada paso que das.


EL DATO:
si leés en voz alta una mentira tuya, no vas a poder evitar poner esa muesca de desprecio típica de cuando escuchás a alguien mentir.